La dificultad de hacer nuevos acueductos, la contaminación generada por las plantas desalinizadoras y la degradación del medio ambiente son retos mayúsculos que se están presentando en las grandes ciudades y es por eso que recoger agua de la lluvia y procesarla como un sistema interno urbano de tuberías y distribución se ha vuelto una opción cada vez más frecuente.
La lluvia es algo constante en muchas regiones. Aunque la frecuencia y la intensidad varía, es una opción ecológica, pero las inversiones no son tan rentables.
Desarrollar nuevas tuberías para un caudal escaso
La lluvia no cae en un solo lugar, pero para recogerla, sí hay que tomarla de un solo sitio. Es por eso que el lugar a escoger para recogerla no puede ser casual. Además, hay que desarrollar un sistema de captación con tuberías e incorporarlas al acueducto. Todo eso resulta en una inversión fuerte de dinero que puede simplemente no estar operativa gran parte del año, en sequía, y que aun así requiere mantenimiento.
Los beneficios de recoger agua de la lluvia no se pueden objetar, especialmente si son a pequeña escala. Pero para pensar en ciudad, es necesario mejorar técnicas y procesos, para conseguir más eficiencia.