Los acueductos urbanos no llevan un siglo existiendo, sino muchísimos más. Son harto conocidos ejemplos como los acueductos que funcionaban en la Antigua Roma y mantenían dotados de aguas no solo las cloacas sino los grandes baños públicos de la ciudad. También existen ejemplos en la Antigua Grecia o en grandes civilizaciones hidráulicas como Mesopotamia.
En el siglo XXI, el transporte de agua se ha tecnificado y ya llega a las ciudades e incluso, los pueblos más pequeños.
Una necesidad imperante
Nadie hoy imagina construir una casa sin váter o lavamanos. Aunque en el mundo existen regiones sumamente desfavorecidas donde no tienen acceso a agua directa a través de tuberías, eso no implica que la exigencia deje de ir en ese sentido. A partir de ahí es que hay que pensar es ¿cómo se lleva el agua a través de tuberías de manera constante a todos los rincones de una gran urbe?
Problema de infraestructura
Los acueductos ya no son unos pequeños espacios subterráneos destinados a lugares de baño común, sino que son redes de miles de tubos que parten de diferentes matrices. Una ciudad grande puede tener más de cuatro o cinco subsistemas de agua de los que se surte. El origen suele estar en varios ríos cercanos y dentro de toda la red se crean embalses.
El desarrollo de la infraestructura tiene diferentes retos; la lejanía de los ríos y también la altura de la ciudad. Ciudades como Bogotá o Quito, y en menor medida Ciudad de México y Caracas, requieren de una infraestructura avanzada que bombee el agua desde ríos y embalses que se encuentran a menor altura que la propia ciudad. Para ello, se suele pensar en la creación de embalses de gravedad, que sirvan para surtir pero también como contingencia.
¿Siempre será más agua?
El problema es que estas obras de gran infraestructura son sumamente costosas y no suelen costearse por parte de inversores privados debido a que no son demasiado rentables. También hay que considerar que las ciudades crecen en superficie y población, lo que demanda un mayor suministro de agua. Además, el agua hoy en día tiene un uso bastante mayor que antes, por lo que su consumo aumenta.
Estos escenarios plantean retos demasiado difíciles de resolver. Siempre será posible aumentar el caudal o hacer un nuevo acueducto, pero eso implica una inversión millonaria que puede no ser necesaria. En la planificación urbana debe incluirse siempre una expectativa mayor del aumento del consumo de agua y cómo puede distribuirse en la red existente y con nuevos proyectos, que traten de ser lo menos invasivo posibles.
Aunque ya sabemos cómo, llevar agua a las ciudades es un reto diario.